lunes, 28 de mayo de 2012

P3_25_05_2012_Jury.

Este proyecto se materializa en lo que he decidido llamar un "objeto amorfo". Es un objeto en cuanto a que los datos, conocimiento e intenciones recopiladas a lo largo del proyecto, se han materializado en un objeto medianamente tangible. Es amorfo por su indefinición formal, programática y matérica.

Un video "comienza" este proceso; entrecomillo "comienza" al entender que el proyecto ineludiblemente tiene origen en el bagaje cultural y emocional acumulado, como cualquier proceso creativo. Este video, más representativo que propositivo, expresa concetos que parten de la visión propia de la ciudad: la colonización del medio como parasitaje; como agentes de la entropía en la que se sume el universo, a la vez que fluctuaciones en ese proceso, la ciudad como una entidad antinatural y bella en su propósito (personaje grotesco danzando) que se alimenta continuamente del conflicto como combustible de una continua mutación.

Posteriormente, un segundo video muestra una clara transición de la representación a la acción, mediante la performance en la ciudad. El ciudadano hace su vida en el espacio público reclamado parcialmente para sí. Con carácter efímero, se establece en una vivienda que presenta físicamente dos niveles de privacidad; el que establecen los límites definidos de los muros dibujados a tiza y el de los límites psicológicos que establece el mobiliario y el propio habitante a su alrededor.  Los usuarios de la plaza interactúan con estos límites de forma dispar, respetándolos en mayor o menor medida, incluso haciéndo caso omiso de los dos primeros, pero jamás acercándose al habitante; la propia actividad que desempeña es la que demilita su espacio privado. Asimismo, la propia grabación del espacio público consiste en un análisis del uso de la plaza, en el cual se profundiza en un diagrama correspondiente a la Plaza 25 de Mayo.

Este diagrama muestra el área de actuación de distintos grupos a lo largo de una tarde, con las actividades que desempeñan. Al mismo tiempo, se presenta la decisión de incluir la problemática social a la que el arquitecto es sensible, focalizándola en la vivienda como bien inalcanzable por un sector de la población en constante aumento; el de los embargados hipotecarios. Esto lleva a un planteamiento político del proyecto, planteando acciones políticas y sociales a modo de denuncia, como es la creación de un catálogo de plazas y espacios públicos que se anima a ocupar, en el que se fichan sus características. Esta propuesta política, en todo caso, se mantiene al margen de la propuesta arquitectónica, desviándose así del propósito deseable, entendiendo como tal la utilización de los medios propios del arquitecto como son el lenguaje visual, la forma, la tectónica, el programa, etc. para, en algún modo, construir la realidad desde la propuesta personal.

A partir de ese momento, la propuesta pasa por la detección de la mása crítica. El campo de actuación es la ciudad de Alicante, y el lugar escogido tiene en cuenta, entre otros factores, el poder adquisitivo, la relación entre la densidad de población y el espacio público utilizado, diferenciándolo del infrautilizado, al que denominaremos "espacio libre". Así pues, la masa crítica se concentra en los espacios públicos de las zonas donde estas características demuestran un resultado negativo en la forma de vivir en la ciudad, y se decide tomar estos lugares y actuar en ellos mediante una propuesta que nace a partes iguales de la intuición y las decisiones racionales.

La inclusión de estructuras que forman terrazas a distinto nivel sobre el suelo pretende multiplicar el espacio tanto en cantidad como en tipo de uso, siendo este preminentemente mixto entre público y semiprivado, especificando semiprivado como vivienda social, creando espacios similares al patio comunal que relacionan estas estructuras con los edificios preexistentes, a la vez que amplian el zócalo a distintos niveles de altura. Estas estructuras tienen capacidad de ser modificadas en forma y volumen, atendiendo a la dimensión temporal de las necesidades que la arquitectura ha de albergar, variando así principalmente el programa y la materialidad, los cuales se definen como, valga la redundancia, indefinidos en este proyecto. Todo ello atendiendo a dos factores los cuales considera primordiales el proyectista; el económico y el social, entendiendo como positiva la posibilidad de variación formal y programática, además de la multiplicación y densificación del uso urbano, lo cual conduce a unas situaciones que resultan en la búsqueda de la sostenibilidad del proyecto en sus dimensiones económica y social.

José Luis Carratalá Rico. 29/05/2012. Alicante

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